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TRATAMIENTO

El Parkinson, como la mayoría de las enfermedades crónicas, no tiene cura pero sí un buen tratamiento, que permite normalizar la expectativa de vida y mejorar el pronóstico funcional. Por lo tanto, la mayoría de los tratamientos son sintomáticos y están orientados a suplir el déficit de dopamina, sustancia (neurotransmisor) que tiene que ver con el control de los movimientos y que se encuentra disminuida dentro del cerebro de los pacientes con Parkinson.

MEDICAMENTOS

El tratamiento más frecuentemente ocupado, y hasta el momento el más efectivo, es la levodopa, como precursor para que el organismo produzca la dopamina faltante.

Otro tipo de medicamentos son los agonistas dopaminérgicos, que sin ser dopamina ejercen un efecto similar en los receptores cerebrales donde normalmente actúa este neurotrasmisor. Ejemplo de éstos son el Pramipexole, Ropinerole, Bromocriptina, Pergolide, Lisuride y Cabergolina.

Otra familia de medicamentos es la de aquellos que actúan bloqueando la metabolización de la dopamina, permitiendo que tenga un efecto más duradero a nivel de las sinapsis neuronales dopaminérgicas. Entre éstos se encuentra el Tolcapone y Entacapone, que inhiben la COMT (Catecol O metil transferasa) y la Selegilina y Rasagilina que inhiben la MAO B (Monoaminooxidasa B).

Existe otro tipo de fármacos, como los anticolonérgicos centrales, que tienen un efecto predominante en el temblor y la distonía, pero produciendo defectos en la memoria y concentración. Además, hay medicamentos con efecto mixto, como la amantadina, que es anticolinérgico, dopaminérgico e inhibidores de los receptores de NMDA, que es particularmente útil en disminuir las diskinesias, una complicación más tardía de la enfermedad.

REHABILITACIÓN FÍSICA

Uno de los aspectos más importantes del tratamiento de la enfermedad de Parkinson consiste en el mantenimiento del tono muscular y de las funciones motoras, por lo que es esencial la actividad física diaria. También hay ejercicios determinados que pueden ayudar a mantener la movilidad de los miembros y fortalecer los músculos que generalmente se ven más afectados.

Para cada paciente se debe diseñar una rutina de ejercicios que estén acorde a sus capacidades y condiciones previas; en ese sentido, los ejercicios que el profesional especializado recomiende y ejercicios recreativos son particularmente buenos para ser practicados dentro del hogar y permiten mantener la flexibilidad del cuerpo. Cabe recordar que el ejercicio físico no sólo ayuda al cuerpo sino que también previene deterioro intelectual y es un excelente antidepresivo.

Además del ejercicio físico, las terapias complementarias como la medicina tradicional china, el biomagnetismo y reflexología entre otras han demostrado ser un gran apoyo en el equilibrio físico, mental y emocional de las personas con enfermedad de Parkinson.